Hoy sería el cumpleaños de #WalterBulacio. Que bronca y que pena a veces nos da escribir estos micros artículos recordando vidas que se apagaron rápidamente, mártires de esos fuegos regresivos que borraron ilusiones de una juventud en viaje. Bulacio, era un jovencito que comenzaba a caminar inquietudes nuevas, Cuervo, peregrino de aquella linda banda de Aldo Bonzi y un fervoroso “ricotero”, que solía acompañar a todos lados al grupo musical “Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota”. Cuando la policía mato a Walter, aún tenía 17 años, fue en abril de 1991. Chirola a chirola, se estaba pagando el viaje de egresados para irse a Bariloche con sus compañeros de secundaria. Comenzaba a encontrar su perfil para discutir sus ideas, y lo apasionaban cuestiones que se encarnaban en lo popular.
El caso de Bulacio produjo un quiebre, donde aún se evidenciaba el poder represivo que la policía seguía ejecutando sobre los pibes y pibas y traía consigo una vitrina de gatillo fácil, que se enmarcaba en una perpetuada complicidad con el sistema judicial, funcional en el desarrollo de este tipo de procedimientos; Las razzias, las torturas carcelarias y la represión.
¿Dónde están los asesinos de Walter? En la casa, zafando de su condena por una sociedad que suele custodiar de más el uniforme. O al menos eso paso con el comisario Miguel Ángel Espósito, quien encomendó el operativo que detuvo ilegalmente a Bulacio y luego de la tortura, puso fin a su corta vida. Espósito, solamente le dieron tres años de prisión, “en suspenso”, sin aplicación efectiva.
La lucha de la abuela Mari, con la remera del “Largui”, y la multiplicidad de banderas que acompañaron su peregrinar, llevo el caso a la Corte Interamericana. Walter se convirtió en un ícono de los escenarios de Rock y los estadios de fútbol. Desde la organización #JóvenesSolidarios, exigimos justicia por Bulacio, sus familiares y por todas las víctimas de la represión policial e institucional.
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