En el medio de la Patria liberada


Mayo y los días festivos. El pueblo de paragua, escarapela de rojo y un sueño por vencer.
Lejos de los deseos de la revista “Billiken”, mayo es el motor de la conciencia revolucionaria de un pueblo que interpretó el momento, como el surgimiento del Estado Nación. Expresamente la historia reclamó una jornada de mitología o adoctrinó la hidalguía por un recuento de próceres que se eternizaron en el bronce.
Rompiendo la estructura de las ideas, la razones, y los clamores de una razón libertaria. Los revolucionarios de 1810, estaban seducidos por los representantes de la ilustración - Jean-Jacques Rousseau o François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire – y un impulso indisciplinado por una interpelación nueva en los hechos, en las mujeres y los hombres; la razón humana, de la ciencia y el respeto hacia la humanidad.
La caída del antiguo régimen, resonaba en las cuatro pequeñas manzanas que por aquel entonces rodeaban al marchitado Cabildo. El pueblo cocinaba la furia fría, y racionaba paraguas, no para evitar una lluvia que nunca existió, sino para rendirle contienda a los últimos días del yugo español.
El alto Perú peinando las flores de un 25 de mayo que cambiaría la historia del continente para siempre. Una verdadera revolución, social, económica y cultural. Oíd, mortales, el grito sagrado: "¡Libertad, libertad, libertad!"
Organización Jóvenes Solidarios

No hay comentarios:

Publicar un comentario