La Logia de la Patria Grande
Vale la pena ser sanmartiniano. Muchas veces caemos en la retórica de ver al General, solamente como un estratega de guerra, cuando sin embargo, en él se constituye la ideología libertaría de nuestro pueblo, la unión como región que buscamos a diario, y esa gallardía candente que tiene nuestro querido continente.
Un furioso lector del territorio sudamericano, de sus costumbres y creencias, que se forjo en proezas impensadas, y encontró en Simón Bolívar, un gran compañero para su revolución.
Maquilló hazañas con la voluntad y la fuerza de los pueblos originarios, los criollos y sus valientes granaderos. Poco tenía que ver la Argentina tal como la conocemos hoy. La bandera y aún menos su territorio. Sino entendemos América Latina como la Patria Grande, lejos estaremos de abrazar el legado del General.
Es importante rever la historia de nuestros próceres. Quitarlos del bronce y del encasillamiento al que los someten los manuales de escuela. San Martín, fue un héroe, pero fue mucho más que eso. Fue un rebelde absoluto que cambió para siempre los paradigmas de la época. Fue amigo de los negros y de los esclavos que muchas veces antepusieron su vida por la de nuestro eterno general.
Vale la pena repensar a Don José, no arriba de su caballo blanco, sino de poncho, tomando mate, dibujándonos un mapa de Caracas a la Patagonia sin fronteras, libre, justo e independiente.
Muchos sanmartinianos vinieron después a luchar por su legado. Hombres y mujeres que dieron su vida y que trabajaron por la solidaridad entre los pueblos hermanos de la América latina, que fortalecieron nuestro pensamiento y propagaron nuestras ideas como región por el mundo, haciendo de este continente una aventura sin igual. San Martín fue todo esto y mucho más.
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