36 AÑOS DE AMOR Y DE LUCHA


Era sencillo llamarlas locas. Reacción primera por miedo o impotencia. A pesar de la exclusión que esconde esa etiqueta, hoy celebramos a aquellas locas.
  “Circulen señoras” decían los peones de aquel aparato que se había llevado sus semillas. Sin buscarlo quizás se pusieron al hombro la lucha contra el miedo. A pesar de aquel régimen que buscaba sumir a la Argentina en los infiernos del silencio, las Madres de Plaza de Mayo nos enseñaron a gritar.  
 “Pensaban que nos íbamos a cansar” cuentan todavía. Treinta y seis años después esos pañuelos blancos son el claro ejemplo que nada puede detener el coraje de una madre en busca de sus hijos.
Estas madres mantienen viva la memoria de un pueblo que a cada atropello, contra ellas reaccionará. Hubo generaciones que no pudimos acompañar sus primeras rondas, pero que sí vimos a esos caballos federales embistiéndolas en su plaza. Era diciembre. Ese fin de año donde el hambre pudo más. Como siempre, ellas acompañaron a los que gritaban Justicia. Les pegaron. Y allí, el que no había salido a decir basta se puso andar.
En cada plaza de nuestro país están pintados sus pañuelos. A cada aniversario de aquel golpe cívico militar nos formamos detrás de ellas, para avanzar. No alcanzan ni las pintadas, ni los agravios porque en cada pañuelo blanco encontramos a nuestra memoria. 






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