El “cura de los pobres”, que se acerco a los suburbios instando a quienes le rodeaban a no declinar e insistir en la oración y la entrega a Dios.
El militante que en la década del 60 fuese asesor espiritual de la Juventud Estudiantil Católica del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Juventud Universitaria Católica de la Facultad de Medicina. Que hizo “hacer caer la balanza” a la promoción 1967, , que ya en la Universidad conducirían la JUP, rama universitaria de la Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista, y la conducción de Montoneros.
El mismo intelectual que formó a esos “purretes” en la cosmovisión de Pierre Teilhard de Chardin y en la doctrina del trabajo con el mundo de Emmanuel Mounier, Yves Congar y Michel Quoist, teólogos de cabecera de las nuevas generaciones.
El movimiento de inspiración “tercer mundista” comprendería en Múgica su punto de inflexión en la verdadera cobija que necesitan los pobres. El amor.
Fue emboscado y asesinado, cuando se disponía a subir a su automóvil Renault 4 azul estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano de la calle Zelada 4771 en el barrio porteño de Villa Luro, donde acababa de celebrar misa.
El retrato de Carlos Mugica transporta el compromiso, el apego que cada militante necesita en su conjunto para la práctica territorial, sin perder jamás esa desvergüenza de amistad, de profesar y de pretender la vida.
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Jóvenes Solidarios
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